Tener fuerza en mis brazitos para poder aguantar la manta que recogía la cuajada, era uno de los mayores retos que tenia en mi niñez, hacer un esfuerzo grande para no soltar la manta y que todo la masa de queso cayera al suero. Mi esfuerzo y concentración, tenía  un premio, por supuesto que sí,  al final la abuela nos dejaba meter las manos en la masa (todo un placer), y hacer un queso y aplanarlos para que quedaran presentables, y ponerle su hojita de totomoxtle, (sin saberlo era parte del proceso de producción) y ya como premio final un poco de queso fresco en un totomoxtle.

Que recuerdos áquellos cuando ayudábamos a la abuela hacer el queso, muchos lo hacíamos con muchísima emoción, otros a regañadientes, debido a que solo queríamos jugar.


Hoy es un gran orgullo decir que yo hacía queso (o intentaba)  y que nací en la tierra del quesillo, que hoy  se ha convertido en un icono de la gastronomía oaxaqueña.   

Actualmente tenemos la oportunidad de  promocionar esta experiencia y de antojar y maravillar a nuestros visitantes con la experiencia que les da conocer  y disfrutar del proceso artesanal de elaboración de esta manjar.

Aquí una muestra de la experiencia que podrás vivir.

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