Juquila, Pueblo mágico


Lugar lleno de magia, fe, montañas y cuna de recuerdos muy arraigados para la mayoría de las familias oaxaqueñas.


Como el viaje que cada año reunía a la familia completa para cumplir la manda o promesa hecha a la virgen, la cual era ley de oro, promesa inquebrantable. La fe era motivo suficiente, para iniciar la travesía, de mínimo 3 días de viaje, cargábamos con el perro, el anafre, costal de carbón, la nana, cacerolas, y un largo etc.

Era un camino largo de más de 10 horas de viaje, que transcurrían entre curvas, cerros verdes, nacimientos de agua, y el caudaloso Rio Atoyac, era parada obligada pasar una tarde en las orillas del Rio Atoyac, a la altura de la población de San Pedro Juchatengo, a disfrutar de un chapuzón, que todos los niños de la familia disfrutábamos al máximo, desde pescar charales, echarnos clavados, hacer danzar a las piedras sobre el agua. Que bonitos recuerdos!!

Debíamos cumplir nuestra promesa de pasar al pedimento, que como su nombre lo dice, es el lugar, donde pasamos hacer nuestros pedidos para la virgen, y la fe dicta que para que se cumpla tu deseo, el pedido debe ir acompañado de una figura de barro, cartón o pedazos de madera, y ofrecerlos en este lugar. Si tu visitas este lugar, encontraras un sin número de casitas, figuras de barro como carritos, bebes, animales, la imaginación y deseos de cada individuo no tienen limite.


Nos tocó en más de una ocasión caminar a partir de este lugar hacia el Santuario, toda una aventura atravesar el bosque, entre veredas, subidas, bajadas, pero sobre todo adrenalina generada por la emoción de lograr tu objetivo llegar al santuario, y escuchar misa en la casa de la virgen, y si podíamos escuchar misa 3 veces así tenía que ser, ese el principal objetivo de nuestro viaje.



Encender una veladora, pasar por el manto de la virgen, recolectar el agua bendita, pasar por tu ramo de flores para adornar la defensa de nuestro vehículo y por supuesto no podía faltar la respectiva barrida que nos hacían las tías y la abuela desde el más chico hasta el más grande, para que la virgen nos cuidara, quitara los malos pensamientos, nos quitara lo burro, creciéramos sanos, se le quitaran los vicios a los señores, todas estas actividades eran parte del ritual.

Sin faltar las compras de los recuerdos para llevarle a la familia que no pudo viajar, como una imagen de la virgen, además de un rosario, un llavero y porque no el jamoncillo (dulce típico), pan (muy característico de esta región). Historias como estas guardan la mayor parte de los oaxaqueños, que cada familia a su manera sigue disfrutando de la fe a la Virgencita de Juquila, imagen muy querida y respetada, madre de los oaxaqueños.


Que Juquila sea reconocida como pueblo mágico, es un nombramiento muy merecido, y que los oaxaqueños que crecimos en la fe Católica, hemos comprobado en carne propia la magia que se vive en este lugar de fe, no por nada es parte de la reconocida Ruta de la Fe, que año con año atrae a cantidades importantes de visitantes de muchas partes de México. Haciendo de este lugar muy importante para el desarrollo del Turismo Religioso.


Enhorabuena, Felicidades por el nombramiento recibido tan bien merecido.